jueves, 2 de junio de 2011

Riesgo

El silencio se apoderó de ella, notaba cómo recorría cada parte de su cuerpo. Quería articular palabra pero todos los intentos fueron en vano.Se estremecía cada vez que recordaba aquel maldito martes en el que todo cambió. Sí, eran tiempos difíciles; ella ya lo sabía , pero jamás hubiera imaginado las consecuencias de tan terribles actos. Ni por un segundo se le pasó por la cabeza todo el riesgo que ello conllevaba.

miércoles, 1 de junio de 2011

Los ojos de la guerra.

Cuando empecé a leer “Los ojos de la guerra” de Manuel Leguineche y Gervasio Sánchez me dejó un poco confusa el final  de la frase que escribió éste último “En este libro se unen dos amores: uno por Miguel Gil y Julio Fuentes y otro por el periodismo, que une la vida y la muerte” ¿Desde cuándo el periodismo une la vida y la muerte? Dejare esta pregunta al margen y abierta durante tiempo para explicar cómo, por fin, tras finalizar dicho libro comprendí realmente lo que quería decir Gervasio Sánchez al escribirlo.
Nunca me había parado a pensar qué trabajo conlleva tomar las fotografías de los conflictos como el de Kosovo, Sierra Leona, Grozni, Chechenia... y miles de sitios más. Claro que te fijas en el problema, observas la foto, te estremeces, pero dónde queda el trabajo del fotógrafo; quién se interesa sobre su vida, sus inquietudes, deseos, lo que le llevo a arriesgar su vida por conseguir algo (una noticia, crónica, foto…) que demuestre las injusticias que se están produciendo allí; quién se para a pensar cómo trabajan sobre el terreno y cómo se mueven, cómo salvan su vida cada vez que salen a por las noticias y las fotos. Seguramente casi nadie. Yo, personalmente, nunca lo había hecho pero gracias a Los ojos de la guerra, cada vez que veo fotografías de los conflictos, leo noticias o escucho a los enviados especiales hablar a través de cualquier medio, me intereso cada vez más por todo lo que hay detrás, por el trabajo realizado por las personas que han conseguido el material, por los que están allí al pie del cañón.
Estoy convencida de que el trabajo de los reporteros de guerra es fundamental en la profesión del periodismo y que son un servicio para la humanidad, para la población que recibe las noticias. Es digno de admirar que existan personas que sean capaces de arriesgar su vida para mostrar las injusticias que se producen principalmente centradas en las guerras que se dan en los países, casi siempre, más desfavorecidos o en los que existen intereses para la sociedad internacional o riqueza que pueda ser explotada y que genere conflictos.
Me indigna que las personas sean capaces de colocar entre sus principales prioridades y objetivos fundamentales la guerra, el conflicto. ¿Cómo es posible que los seres humanos nos enfrentemos de tal manera y no se haga nada para evitarlo? Cada vez más me voy dando cuenta de que el mundo en el que vivimos está formado por todos los intereses de los jugadores y actores que conforman toda la sociedad internacional; que todos van a actuar pensando en sus propios beneficios y maximizando las ganancias de todo tipo. Y por supuesto cada vez más me voy dando cuenta de la utopía de que las buenas relaciones basadas en el diálogo, la comprensión y la cooperación no tienen cabida en dicho mundo.
Muchas personas como Miguel Gil, Jordi Pujol, Eric Hauck y Kurt Schork, Luís Valtueña, Juantxu Rodríguez entre otros, caen en el anonimato un tiempo después de su muerte e incluso durante su carrera profesional. La gente no sabe de ellos y a lo mejor incluso sí conocen sus trabajos sin darse cuenta. Y solo gracias a este tipo de libros se conocen sus historias, sus vidas, lo importante que fue su trabajo para las grandes empresas de telecomunicaciones, para las distintas agencias. Y todos ellos han aportado grandes fotos y noticias como es el ejemplo de la repercusión que tuvieron unas imágenes tomadas por Miguel Gil de la población albanokosovar cuando se produjo el conflicto en Kosovo en el cual a los medios occidentales se le había prohibido informar; dichas imágenes hicieron reaccionar a la opinión pública para intentar salvar a los civiles kosovares de un destino terrible. Todos ellos han aportado mucho a la hora de definir el periodismo de conflicto y, de esta manera, han cambiado el mundo. Para Juantxu, arriesgar no era un fin. Era la manera de conseguir que el trabajo del periodista  no le haga perder a la guerra su condición de acontecimiento profundamente humano. Y eso seguro que nadie lo sabe al igual que ni sabrán quién es Juantxu.
Esto me lleva a la conclusión de que algo falla en este sistema de la información que rige el mundo; existen muchas personas cuyos trabajos, crónicas, noticias, fotografías, etc. son imprescindibles para la búsqueda de la verdad, para demostrarle al mundo lo que pasa en la mayoría de los países que están “abandonados” por parte de los grandes medios de comunicación, los cuales son los encargados de informar. Digo abandonados entrecomillados porque sí que mandan a algunos reporteros, obviamente, y todos los que he nombrado anteriormente trabajaban para dichas empresas. Pero realmente no se preocupan lo suficiente por ellos ni tampoco les ofrecen la ayuda necesaria para sobrevivir en miles de situaciones con las que se van a encontrar, ya que como contó Julio Fuentes en el texto llamado “El amor y la guerra” publicado en el periódico El Mundo, Miguel Gil no tenía seguro de vida en el momento de ser asesinado a pesar de trabajar para una de las dos agencias más importantes del mundo, y según añadía “por tener, no tenía ni contrato regularizado. Nos prometieron que sería tratado como si fuera un miembro fijo de la plantilla, lo que le otorgaba derecho a seguro y tres veces el salario, pero aún estamos esperando.” denunciaba su hermano. Esto es muy significativo y, además, habría que añadirle que la dirección de ATPN se comprometió a impartir cursos de seguridad  para su personal pero parece ser que eso nunca se cumplió.
Y retomando lo del fallo del sistema sólo me queda plantearme la pregunta: ¿realmente dichos medios están informando o más bien se dedican a todo lo contrario, a ocultar las noticias, los hechos? Porque como todos sabemos lo que no se publica no existe y si no existe no se toman medidas para evitar que se produzcan ni se tiene conciencia del verdadero conflicto y todo lo que ello conlleva.
Para argumentar algunas de las ideas que he ido exponiendo anteriormente, me apoyare en Ramón Lobo y su frase “observar sin ver” dicha en el artículo “El jardinero y la rosa” Pues bien, eso es lo que creo que hacemos la mayoría de personas que desde nuestra comodidad y buena posición del país desarrollado, de la parte occidental del planeta observamos el conflicto pero no vamos más alá, no nos preocupamos realmente por lo que está sucediendo. Sólo personas como Miguel Gil o Kurt Shrock (en las que está centrado el libro mayoritariamente) son capaces de abandonar su cómoda vida para meterse de lleno en todos los conflictos. Todos estos conflictos de los que yo personalmente antes de leer el libro no me interesaba tanto como ahora. Estaba situada en la posición de observar sin ver y gracias a la lectura de este ensayo crónica y a las opiniones y visiones que aportan los setenta corresponsales que escriben sobre la profesión, me intereso más por todo ello y por la forma de trabajar de los reporteros.  Además me vino a la mente el artículo “Hablar por hablar” de Juan Cierco, corresponsal de ABC en Oriente Próximo, explicando la comodidad de la gente que se atreve a realizar juicios sin valor ni información contrastada desde los platós de televisión como si supieran de lo que están hablando. Y destacaría sus frases: “confieso que he visto la muerte en la cara de una mujer israelí, judía, sentada en la puerta de su casa… Y abuela y niña que se suben en el autobús rumbo a casa. Y la niña que le cuenta a la abuela que quiere una muñeca con melena rubia. Y abuela que le promete una para su cumpleaños. Y un terrorista suicida palestino que se sube al autobús y se vuela en mil pedazos. Y un móvil que suena. Y una mujer que se desmaya. La madre, la hija. La abuela, la niña muertas.” Me impactan estas palabras porque aunque sea algo que se dé mucho y día a día lo expresa de tal manera tan concisa y clara que cala en la mente, deja huella.
Me parece una aportación importante para entender todo esto de lo que estoy hablando, la aportación de Christiane Amanpour al decir que cuando la gente buena no hace nada los malos triunfan y que si no vamos a lugares terribles, a zonas en guerra para descubrir la brutalidad, la violación de los derechos humanos, la limpieza étnica, los asesinatos en masa… si no vamos allí, los malos ganarán. Si una historia no sale puede tener desastrosas consecuencias en vidas humanas. Tiene razón, es igual de grave ignorar el problema que saber que está pasando y no hacer nada, que al fin y al cabo es lo mismo.
Me gustaría destacar la frase de Peter Mass, corresponsal europeo de The Washington Post, “en  una zona de guerra una ligera crítica de un editor pude empujar a un periodista a arriesgarse más, aunque esa no se a la intención del jefe” Con este tipo de cosas hay que tener mucho cuidado ya que tras la lectura del artículo en el que Peter Mass  expone su opinión, se pude deducir que Miguel murió, en parte, por ese deseo de adentrarse más en el conflicto solo porque se entero de que algunos clientes se quejaban de la poca mala cobertura del conflicto Sierraleonés. Siguiendo con el artículo, se habla en el de los acuerdos que tuvieron dos de las agencias más importantes de información Reuters y APTN que decidieron crear un fondo común de imágenes después de que un cámara recibiera un disparo en  el golpe de Estado durante la guerra de Bosnia; pero según ejecutivos de dichas agencias esta posibilidad ni siquiera se considero cuando comenzó la lucha en Sierra Leona. Quizá si este acuerdo sí que se hubiese llevado a cabo ahora mismo Miguel Gil estaría vivo porque no hubiera tenido ese deseo de rivalidad que le llevo a pasarse de la raya por así decirlo, esa raya que le costó la vida. Era ese espíritu de urgencia y rapidez el que le caracterizaba y por ello arriesgaba tanto.
Sobre las reflexiones de la guerra y el periodismo que “Los ojos de la guerra” aborda, me centrare en las intervenciones de Ryszard Kapuscinsky el cual dice “En una palabra, gran parte de la humanidad vive aislada de los medios y no tiene que preocuparse de que éstos traten de manipularla” Esto debería alarmar  a las personas; tenemos una declaración de los Derechos Humanos la cual aborda la libertad de expresión, del acceso a la información, y aquí claramente se observa que eso no se da. Este hecho es denunciable porque me hace plantearme una vez más ¿para quiénes están redactados dichos derechos si los que no gozan de ellos no pueden hacer nada para reivindicar y sus voces no son lo suficientemente fuertes? Por ello repito y reitero que la labor del periodista es fundamental, hay que denunciar todos estos actos que van contra la humanidad.
Kapuscinsky recordaba la primera conferencia de jefes de Estados de África celebrada en Addis Abeba como “la última gran reunión de los reporteros del mundo, como el cierre de una época en la que el periodismo había sido tratado como una profesión para maestros, como una noble vocación a la que la persona se entregaba plenamente, para toda la vida. Sin embargo el periodista de hoy puede trabajar mañana en una agencia de publicidad y mañana corredor de bolsa. En el pasado, el valor de la información estaba asociado a procesos como la búsqueda de la verdad, arma que facilitaba la lucha política, la lucha por la influencia y el poder. Hoy todo ha cambiado. El valor de la información se mide por el interés que pude despertar. Lo más importantes es que la información pueda ser vendida. Por verdadera que sea una información, carecerá de valor alguno si no está en condiciones de interesar al público, por otro lado cada vez más caprichoso.” “El imperativo del beneficio ha reemplazado en los medios a  las exigencias cívicas prioritarias.”
Toda esta reflexión está cargada de razón bajo mi punto de vista, y da mucha pena que sea así ya que realmente en los telediarios no se hablan de los problemas serios que deberían tratarse, realmente el periodismo debería destapar todo, la verdad por encima de todo y, sin embargo, no está pasando eso ni mucho menos. Ahora el público cada vez más se conforma con las noticias del cotilleo, de la prensa rosa y noticias de ese estilo, sin darse cuenta de la verdadera ignorancia que tienen sobre muchos hechos que realmente sí que son importantes. Esto se puede comprobar en cuanto sales a la calle y preguntas a la gente, casi nadie va a poder hablar con propiedad sobre todos los conflictos bélicos que se están dando, ni siquiera del más importante, porque a la gente no le interesa, se cree que eso no les afecta para nada cuando debería ser un compromiso de toda la sociedad estar involucrados y tener conciencia de todo ello.
Estamos ante un mundo paradójico porque por un lado, se dice que el desarrollo de las comunicaciones conecta todos los puntos del planeta entre sí etc. pero en el fondo cada vez lo aleja más porque solo los que cuentan con los medios necesarios para disfrutar de dicha información, son muy pocos, y los que son se conforman con lo que se dice y no investigan ni contrastan la información.
Creo que con todo lo que el libro me ha aportado a nivel personal puedo decir que estoy de acuerdo con la confesión de Gervasio Sánchez de que el cinismo y la ignorancia se han apoderado de los medios de comunicación.
Finalmente he llegado a comprender que el periodismo, en concreto ser reporteros de guerra, une la vida y la muerte porque es una profesión muy vocacional que se lleva en el fondo de cada persona, y los más buenos son aquellos que dando lo mejor de sí mismos desarrollando dicha profesión acaban muertos debido a emboscadas, asesinatos, y son otras de las víctimas de dicha tragedia; la tragedia de los conflictos bélicos, las guerras que solo llevan a destrucción y muerte.
Y para rematar resaltaría entre otras muchas frases del libro estas: “Cada dolor es singular y único, por las más sobrenaturales razones” Miguel Gil.
“Cuando llega una guerra, la primera víctima es la verdad” Manuel Leguineche
“La gente confunde el mundo generado por las sensaciones con el mundo creado por el pensamiento, y cree que ver es lo mismo que entender” Rudolf Arhemin
“Deben ser ecos del primer mundo, ese que siempre tuerce el gesto, que gira la cabeza hacia otro lado” Ramón Lobo
PILAR RUBIO ROMERO

Melodía

Un texto es una pieza de música ante todo. El tono del mismo es muy importante y todos tenemos una sonoridad determinada. No hay que caer entecnicismos de clasificar algo tal cual es; no hay pureza en los textos. Todo es texto mezclado.